La Década Ganada en energía en Ecuador
Era inicio de 1999 cuando llegaba apurado a mi clase de programación en la ESPOL a las 7h30 A.M. y la novedad ya en el laboratorio, de que no había electricidad para encender los computadores. Nuestro profesor comenzó a conversarnos de la importancia de la energía para un país, de como una fábrica de caramelos con un corte perdería esa producción al solidificarse el azúcar, como los bancos simplemente no podían atender y personas se atrasarían en pagos y transacciones y pequeños negocios en casas que dependían de refrigeradores perderían su inversión, esta realidad continuó hasta el 2006 sin lo posibilidad de la tan cacareada inversión extranjera pueda llegar a un país donde no se podía invertir, si ni siquiera había un servicio continuo de energía dependiente de lluvias en el Austro. Yo era un emprendedor que requería de equipos conectados a Internet 24 horas, 7 días a la semana, los 365 días del año y no tenía otra opción que arrendarlos en Canadá y así enviar dólares un país al otro extremo del continente.
En 2005 Rafael Correa desde el Ministerio de Economía puso en la discusión pública y con hechos el destino de los recursos petroleros y me llevó a creer que había una oportunidad diferente si políticos coherentes con las necesidades del país hacían política pública y no dudé en apoyarlo cuando comenzó su proyecto hacia la Presidencia de la República. Ya en 2007 había que cumplir los ofrecimientos a corto, mediano y largo plazo; casi sin recursos por el asalto de la partidocracia y la dolarización; había que ser creativos pues pasarían varios años e incluso más de un período presidencial para poder construir las hidroeléctricas necesarias para suplir las necesidades, y así se arrancó con la entrega masiva de 16 millones de focos ahorradores a nivel nacional, casa a casa y las explicaciones de la importancia del ahorro y la eficiencia energética y se logró disminuir el consumo hasta conseguir los recursos para las grandes inversiones planificadas por más de 30 años.
Ahora sin hablar mucho de los miles de millones invertidos en las mega construcciones puedo con orgullo decir que vivo en un país donde podrá venir la inversión extranjera y quedarse la interna por un buen servicio, que la señora que hace o vende helados en su casa o tienda no tendrá miedo de que se le hagan agua, que el quirófano de un hospital donde alguien se está operando, contará con electricidad, que más de 16 millones de ecuatorianos tenemos electricidad basada en agua sin perjudicar al ambiente quemando combustibles y beneficiando a unos pocos, que dejamos de ser importadores para ser exportadores de energía y ahorraremos centenas de millones al año cubriendo la gran inversión realizada; que proyectos de movilidad masiva como el Metro de Quito, Tranvía de Cuenca y Aerovía en Guayaquil; impulsados por electricidad podrán ser ahora una realidad impensable hace tan solo una década, sí, es la década ganada con la Revolución Ciudadana en donde Ecuador ya cambió; donde ya no hay que comprar velas todos los meses para iluminar la noche a faltas de luz.
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